Ya se cumplió un año de que empiezan a pasar cosas en la ciudad donde nunca pasa nada. Tal vez sea el movimiento ciclista el que esté haciendo reaccionar más a la sociedad y a los gobernantes del estado de estupor en el que se encontraban. Por fin los propios habitantes toman la iniciativa y no esperan a que la burocracia cree las condiciones necesarias para una ciudad más vivible. Así, el Paseo de Todos se ha convertido en una especie de manifestación mensual en contra del auto particular, en contra de la indiferencia, y por lo tanto, en pro del planeta Tierra. Debemos de sentirnos orgullos de contar con un movimiento como estos en Guadalajara, ya que no es el número, sino la calidad de sus habitantes que se manifiesta en eventos de este tipo, los que hacen grandes a una ciudad.
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