CiudadEs Semilla

Reflexiones sobre las perspectivas de los centros urbanos y la sustentabilidad

Pensar sobre qué es la ciudad siempre nos remite a la clásica imagen de edificios, asfalto, autos y gente amontonada intentando cruzar una gran avenida. Más allá del lugar común, es una realidad que los centros urbanos son grandes concentradores no sólo de riqueza (en muchos de los casos distribuida inequitativamente) sino también, de problemas y conflictos socioambientales. Tan sólo en América Latina más del 70% de la población vive en ciudades. Para el caso de nuestro país, en las zonas metropolitanas se concentra el 56% de la población total del país y el 79% de la población urbana total. En América Latina, las tensiones e incluso las contradicciones del desarrollo económico urbano desigual son alarmantes. Según datos de la ONU, los centros urbanos no sólo generan el 80% del PIB de la región, sino que también concentran al 50% de los habitantes en condiciones de pobreza”.

Las ciudades demandan una gran cantidad de recursos para que puedan funcionar. Esto puede resultarnos obvio. Sin embargo, hay preguntas que nos ayudan a contextualizar este debate. ¿Cómo se alimenta la ciudad? Es cierto que una gran parte de los alimentos que se producen en el mundo son consumidos en las grandes metrópolis. Súpermercados, restaurantes, tianguis. La distribución de alimentos , su procesamiento y consumo son parte importante de la vida urbana. Pero las ciudades no producen su alimento. En ese sentido somos totalmente dependientes de la actividad agropecuaria en el campo. Pero qué sucede si la mayor parte de la población ya no habita en los espacios rurales. ¿Cuáles son las perspectivas de seguridad alimentaria para las urbes? Los cambios de uso de suelo y las transformaciones de las reservas territoriales agrícolas a habitacionales han provocado que ahora el alimento se traiga de distancias más lejanas, sumado a la dinámica de globalización y tráfico internacional de mercancías. Más comida, más gasto energético, más refrigeración, más emisiones de carbono a la atmósfera.

Otra reflexión importante es ¿Cómo nos movemos en la ciudad? Los desplazamientos de personas, mercancías y vehículos son un tema de constante debate. ¿Gastar el dinero público en infraestructura vehicular o en transporte masivo? ¿Fomentar el uso de la bicicleta o arreglar los baches de las calles? ¿Contamina más un auto o los camiones urbanos? La movilidad urbana ha demostrado tener un potencial significativo para transformar la imagen de las ciudades, reorientar el desarrollo urbano, optimizar el tiempo de las personas en trasladarse de un lado a otro y sobre todo, disminuir la cantidad de contaminantes atmosféricos que están en altas concentraciones en la mayoría de las ciudades en México y Latinoamérica. Sin embargo, decidirse por cualquier opción representa un fuerte debate público en dónde los consensos parecen no alcanzarse.

Un tercer factor tiene que ver con la pregunta de ¿cómo habitamos la ciudad?. No sólo en términos de construcción de vivienda, sino de usos del suelo. Habitar el territorio implica también pensar en el trabajo, el ocio y recreación, la escuela, entre muchas actividades que cotidianamente realizamos. Hoy la mayoría de las ciudades son manchas dispersas en dónde hay que recorrer grandes distancias para realizar nuestras rutinas cotidianas. Y esto tiene una gran presión sobre los ecosistemas y los servicios ambientales que éstos proveen. No se valora la cantidad de agua, oxígeno, polinización, captura de contaminantes, paisaje, refugio de flora y fauna que nos brindan espacios naturales como bosques, lagos o montañas cercanas a las urbes y se toman decisiones dramáticas de modificar la vocación del suelo para construir más vivienda de alta densidad, disminuyendo la calidad de vida no sólo de ese asentamiento humano, sino el de toda la ciudad.

Finalmente y no menos importantes, los temas relacionados con el uso, aprovechamiento y distribución del agua y la energía también forman parte de la nueva agenda urbana. El riesgo de no tener alimentos pasa por la vulnerabilidad que tenemos al depender del petróleo para la producción de electricidad y atender las necesidades de la población urbana así como la sed constante de agua y el mal uso que le damos en las ciudades al vital líquido.

En este contexto y a partir de la reflexión de estos problemas surge la iniciativa CiudadEs Semilla. A partir del análisis de estos problemas y de identificar que si bien es cierto esta dinámica urbana es concentradora y generadora de problemas, también tiene el potencial de revertir estas tendencias y provocar cambios favorables. El juego de palabras de Ciudad-es-Semilla en singular y de ciudades semilla en plural, un conjunto de organizaciones civiles e diversa índole pretendemos impulsar alternativas en la alimentación, el transporte y el uso del suelo que sirvan de ejemplos prácticos de cómo también los espacios urbanos pueden devolver calidad de vida.

Hay iniciativas que están en marcha en muchos sitios de México y el mundo: la promoción de transporte masivo así como de formas de movilidad activa como el uso de la bicicleta y el fomento a los desplazamientos peatonales. La reactivación de espacios públicos abandonados o que han sido utilizados a favor del auto; las azoteas verdes como una estrategia de naturación urbana para devolver espacios verdes a las ciudades. El establecimiento de áreas naturales protegidas a nivel municipal sobre todo en zonas metropolitanas que han valorado la importancia que los ecosistemas tienen para el sostenimiento de las ciudades. Hay semillas de acción que ya han dado frutos y que pueden ser replicables en distintos lugares.

Puedes consultar el sitio www.ciudadessemilla.org
Mario Ramón Silva Rodríguez es integrante del CEJ
Crédito foto: Fernando Stankuns
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